Sin cacao no hay chocolate y sin familias campesinas no hay cacao. Así de importante es el trabajo del sector rural para poder saborear un rico chocolate. Análisis de las condiciones de producción, los impactos negativos, el uso de venenos y la alternativa agroecológica.
Del árbol de cacao se obtiene el fruto para la elaboración del chocolate. África es el principal productor, seguido por Latinoamérica, donde se cultiva desde México hasta Brasil. En su producción se utilizan hasta una docena de agrotóxicos (pesticidas): glifosato, paraquat, 2-D, imidacloprid y glufosinato de amonio, entre otros. Todos químicos muy cuestionados por su impacto en la salud y el ambiente.
Sin embargo, existen otras formas de producirlo y, a modo de ejemplo, Brasil es una muestra de la alternativa agroecológica. La agricultura familiar campesina e indígena produce el 90% del cacao mundial, su labor es imprescindible, pero solo obtiene el 6,6% del precio final del chocolate.
Origen y actualidad
El árbol de cacao es originario de América. De allí viajó por distintas regiones, pero donde más se afincó fue en África, ahí se produce el 70% del cacao mundial (Costa de Marfil y Ghana son los principales países). El segundo lugar le corresponde a Latinoamérica, con el 17%y 1.8 millones de hectáreas sembradas.
Según datos de la FAO, los países continentales de mayor cultivo son Brasil (40%), Ecuador (24%), Colombia y República Dominicana (ambos con 9%), Perú (6%) y Venezuela (4%).
Según el informe «La cadena de valor del cacao en América Latina y El Caribe», del Fondo Regional de Tecnología Agropecuaria (Fontagro), en la región la cacaocultura involucra a más de 350 mil familias productoras y al menos 1.7 millones de personas dependen o se benefician directamente de su producción. El 90% de la siembra y cosecha está en manos de la agricultura familiar, cooperativa, campesina e indígena, quienes cuentan con un promedio de cinco hectáreas por familia.
Desigualdad
Las familias productoras son el primer eslabón de la cadena del chocolate. Sin las campesinas y los campesinos no existiría este producto. A pesar de ello, del precio final de cada tableta de chocolate solo el 6.6% llega a las familias que cultivan y cosechan el cacao. No es casual que, tanto en África como en Latinoamérica, los que trabajan la tierra están entre los sectores más pobres de la economía.
1.7
Millones de personas dependen o se benefician directamente de la producción de cacao en América Latina y el Caribe.
Los comerciantes primarios y transportistas del grano reciben 6.3%, los procesadores primarios y la molienda obtienen un 7.6%, la industria manufacturera el 35.3% y el comercio del producto final obtiene el 44.2%.
Las regiones que más importan y consumen cacao son la Unión Europea (60% del total -Países Bajos, Alemania y Bélgica, encabezan el ranking-, Asia (18%) y Norteamérica (14%).
Es un mercado mundial de 130 mil millones de dólares, donde tan solo un puñado de grandes empresas controlan dos tercios del procesamiento mundial del cacao: Barry Callebaut, Cargill, Olam Group, Nestlé, Mars y Blommer, según revela la ONG alemana Inkota.
La geopolítica mundial muestra que las familias productoras son pobres y viven en países pobres, del llamado «sur global» (África y Latinoamérica, sobre todo); mientras que los países líderes en consumo, y las grandes empresas del sector, son de naciones ricas, del llamado «norte global». Una muestra más del capitalismo salvaje en donde quienes producen son los que menos ganan respecto de quienes son dueños de las empresas.
Desmontes y venenos
En los últimos 30 años, Ghana y Costa de Marfil perdieron más del 65% y 90% de su selva tropical, respectivamente. En la actualidad, el cacao de Costa de Marfil procede en su mayor parte de zonas que hace apenas unos años eran selva tropical. Sólo entre 2000 y 2019, 2.4 millones de hectáreas de bosque en Costa de Marfil fueron reemplazadas por plantaciones de cacao, un área del tamaño de la mitad de los Países Bajos, según datos de la Campaña por un chocolate justo de la ONG Inkota.
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No hay cifras sobre cuánta producción es «convencional» y cuánta agroecológica/orgánica (libre de pesticidas), pero sí es sabido que la enorme mayoría es con uso de venenos.
«Empleo de plaguicidas en el sector del cacao», es el título del informe de 132 páginas publicado por la Organización Internacional del Cacao (ICCO). Se trata de un manual destinado a productores, empresas y aliados del sector del cultivo. Esboza una crítica a la Unión Europea por exigir productos libres de químicos y también cuestiona al sector socioambiental por preocuparse por los plaguicidas pero -según la versión del ICCO- no tanto por los desmontes ni por el trabajo infantil del sector. Este informe arroja un dato alarmante del sector: en los cultivos de cacao trabajan 1.5 millones millones de niñas y niños, sobre todo en África.
Reconoce el uso de numerosos químicos. Dentro de los herbicidas, figuran glifosato, glufosinato de amonio, paraquat, 2-4D y diquat (dibromuro). Los insecticidas carbaril, fipronil, bifentrina, deltametrina, imidacloprid y fosfuro de aluminio. Entre los fungicidas sobresalen el carbendazim, procimidona, sulfato de cobre, captan y azoxistrobina.
El relevamiento hace hincapié en implementar las «Buenas Prácticas Agrícolas (BPA)», que es la propuesta de la industria para seguir usando químicos. Los sectores ambientales denuncian que ese tipo de iniciativas se trata de «lavado verde» para seguir obteniendo alta rentabilidad mediante los venenos sin considerar sus impactos en la salud y el ambiente. La ICCO, en el informe antes mencionado, no esboza ideas para la producción sin plaguicidas.
Chocolate justo, alimentos sanos y reforma agraria
«Tierra justa», es el nombre del chocolate producido por el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil. Se trata de la organización campesina más grande de América del Sur. Las familias de la organización intervienen en toda la cadena productiva: cultivo, cosecha, procesamiento, distribución y comercialización.
Son 2800 hectáreas en producción que involucran a 1600 familias de asentamientos, en tierras que estaban abandonadas o en manos de grandes terratenientes y que el MST recuperó para cultivarlas. El proceso de producción es agroecológico, libre de agrotóxicos, y contempla condiciones dignas de trabajo y comercio justo.
La organización cuenta con sistemas diversificados de producción: árboles al sol, otros en zonas de cultivos en sombra y otras experiencias donde el árbol de cacao convive con otras especies más altas. Ninguna de las formas de cultivo implica deforestación.
La zona de cultivo se realiza en la región del norte de Brasil (estados de Bahía, Rondônia y Pará), donde históricamente los grandes hacendados producían cacao pero en condiciones de esclavitud para la población local.
La forma de producción del MST, de forma cooperativa y respetando a las personas y al ambiente, implica un cambio de 180 grados respecto al método convencional.
La organización precisó los pasos para la producción de chocolate: cosecha de frutos maduros, selección de frutos sin lesiones, fermentación, secado en horno solar, asado en hornos, trituración, transformación en nibs (pequeños trozos), refinación y adición de ingredientes restantes, temple (elevación de la temperatura y enfriamiento), modelado y embalaje.
El chocolate se distribuye en comercios de diversos estados de Brasil y el Movimiento Sin Tierra, que tiene como uno de sus pilares a la lucha por la tierra, lo resume con una frase: «Chocolate 100% de reforma agraria».