La hipertensión afecta a 1000 millones de personas y tiene directa relación con el consumo de sodio. En el marco de la Semana Mundial de Concientización de la Sal y el día Mundial de la Hipertensión, un estudio analizó la situación de cinco países de América, dio cuenta de los avances y también de lo que aún falta.
«Na» es el símbolo de un elemento químico llamado sodio, que está en los alimentos (mayormente en la sal) y que tiene directa relación con la hipertensión, que afecta a más de 1000 millones de adultos en el mundo. Un reciente estudio en cinco países de América evaluó la situación en 25.000 alimentos y concluyó que la mitad de ellos no cumple con las normas establecidas por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
«Monitoreo del contenido de sodio en alimentos envasados vendidos en las Américas y cumplimiento de los objetivos regionales de reducción de sodio», es el nombre del estudio realizado por más de una decena de investigadores y que analizó la situación de Canadá, Costa Rica, Panamá, Perú y Argentina. La muestra, tomada de grandes supermercados (de diferentes niveles socioeconómicos) durante 2022, fue de 25.569 alimentos. Y se utilizó como referencia las etiquetas de los mismos.
El contexto de la investigación es el objetivo que había trazado la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la reducción del 30% en la ingesta media de sodio en la población para la prevención de enfermedades. En la misma línea, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) publicó Metas de Reducción de Sodio (SRT) para alimentos envasados en 2015 (actualizando las metas en 2021).
La investigación analizó los niveles de sodio por 100 gramos y por kcal (kilocaloría) para etiquetas de alimentos recolectados en 16 categorías de OPS y 75 subcategorías. «En general, la carne y las aves de corral procesados tenían los niveles de sodio más altos (…) 47% y 45% de los productos se ajustaban al sodio por 100g y por kcal, respectivamente», señala el trabajo. Y precisa que Perú tuvo el cumplimiento más alto, mientras que Panamá el más bajo.
Clasificado por categorías de la OPS, el análisis determinó que los niveles de sodio más altos por 100g estuvieron en «carne escalonada y aves de corral, salsas y condimentos» (800mg/100g) y en «grasas y aceites» (720mg/100g).
En tanto, para el análisis por kcal, las categorías «salsas y los condimentos», «sopas y verduras», «frijoles y legumbres» tienen el nivel medio de sodio más alto por kcal de 7,8mg/kcal, 6,0mg/kcal y 5,1 mg/kcal, respectivamente.
Adriana Blanco Metzler, miembro Comité Asesor LATINFOODS e integrante de Costa Rica Saludable, aclaró que se tomaron esos cinco países porque ya tenían compromisos con el tema y estaban organizados (o por lo menos interesados) en realizar acciones para reducir el consumo excesivo de sodio. Y explicó: «Hay que reducir el consumo a menos de cinco gramos por persona por día, y estamos consumiendo casi el doble en muchos países de Latinoamérica».
En cuanto a la proporción de alimentos que cumplen las metas regionales de sodio de la OPS (por categorías y países), Perú y Argentina tuvieron la proporción más alta de cumplimiento (52% y 50%, respectivamente), mientras que Panamá tuvo el más bajo (36%).
La investigación, publicada en abril de 2025, lleva las firmas de Yahan Yang, Nadia Flexner, María Victoria Tiscornia, Leila Guarnieri, Hilda Núñez-Rivas, Marlene Roselló Araya, Paola Arévalo Rodríguez, María Fernanda Kroker Lobos, Francisco Diez Canseco, Mayra Meza Hernández, Kiomi Yabiku Soto, Lorena Saavedra García, Lorena Allemandi, Leo Nederveen, Mary L’Abbé y Blanco Metzler.
Al pensar las estrategias que colaboren en la reducción de sodio, enumeran: etiquetado frontal, campañas para animar a los consumidores a seleccionar alimentos de sodio más bajos, restricciones de comercialización de productos con alto contenido de sodio y estándares de nutrición para alimentos y bebidas disponibles en escuelas y otros entornos (para desincentivar el consumo de estos productos).
«Los altos niveles de sodio en muchas categorías también sugirieron que los gobiernos necesitan fomentar la reducción del sodio a nivel de los fabricantes mediante la reformulación de los alimentos», aclara el trabajo. Para reducir el consumo hay muchas acciones a desarrollar (además de las ya menciondas), detalladas en «Guía SHAKE» de la OPS.
Blanco Metzler señaló que Argentina es un país que puede tomarse como referencia porque tiene regulación en alimentos ultra procesados para reducir el consumo de sodio. En el mismo trabajo se detalla que es «uno de los pocos países en establecer niveles máximos legales de sodio para ciertos grupos de alimentos mediante la aprobación de la Ley 26.905 en 2014, así como campañas educativas y políticas de restaurantes para reducir la ingesta de sodio. También hay un monitoreo continuo del contenido de sodio en los alimentos».
También se remarcó el papel de Costa Rica, que cuenta con un plan nacional para la reducción de la ingesta de sodio y, en 2014, se estableció una asociación público-privada para metas nacionales voluntarias de sodio.
Una apartado de la investigación destaca que las políticas estatales obligatorias «han demostrado ser más eficaces que las iniciativas voluntarias». Cita el caso de Sudáfrica (que logró una reducción significativa de la ingesta de sodio) y, de las iniciativas voluntarias (en Brasil y Canadá) con solo «resultados modestos». Y remarca: «Nuestros resultados ponen de relieve la importancia de establecer y supervisar SRT obligatorias eficaces y viables para prevenir las muertes relacionadas con las enfermedades no transmisibles relacionadas con la dieta».
Respecto a las responsabilidades, Blanco Metzler sostuvo que las empresas tienen la responsabilidad de ofrecer productos lo más saludables posibles y «no manipular la información con publicidad engañosa». Y, a los consumidores, les corresponde consumir menos sal y menos alimentos procesados, además de estar interesado en seleccionarlos adecuadamente en pos de una mejor salud.
En las conclusiones se observa una mirada positiva: «La mitad de los alimentos examinados cumplieron con sus respectivas SRT». Aunque también resalta que «las reducciones (comparadas con años anteriores) han sido modestas en el mejor de los casos» y afirma que «se requieren nuevos esfuerzos para alcanzar el objetivo mundial de reducción de sodio de la OMS».