La Asociación de Mujeres los Naranjos, de República Dominicana, y el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra, de Brasil, son dos referencias distintas pero con un punto en común: producen cacao orgánico y agroecológico. También producen un chocolate libre de químicos e insumos industriales. Lo propio hacen productores del norte y del sur de Ecuador. Tres países con cultivos en armonía con el ambiente para obtener alimentos sanos.
«Nuestro cacao es de los mejores del mundo. No usamos nada de químicos en el cultivo ni nada de agregados en el procesamiento. Es cacao en su máxima pureza», afirma orgullosa Ramona Martínez, presidenta de la Asociación de Mujeres los Naranjos, en República Dominicana. A 4600 kilómetros al sur, en Brasil, Jeanderson Souza explica que producen con un sistema ancestral llamado «cabruca», que implica preservar la naturaleza autóctona, que incluye árboles más altos, que dan sombra y protegen al cacao. Cuenta con producción agroecológica y orgánica.
Mujeres de República Dominicana
Martínez es la presidenta de la Asociación de Mujeres los Naranjos, de la provincia dominicana de Duarte, en el centro-norte del país. La organización tiene más de cuarenta año, nació en 1978 como un «club de amas de casa». Hoy en día son 14 mujeres que producen cacao con sus familias y también compran a una finca vecina, siempre de tipo orgánico, sin pesticidas y con condiciones dignas de trabajo.
«De mujeres luchadoras y emprendedoras nace el mejor cacao del mundo», remarca la presidente de la Asociación que tiene su propia marca: «Choco Cibao». La cual lleva como eslogan publicitario «100% puro cacao».
Sobresale que dentro de la «misión» de la organización está el «ofrecer productos de la más alta calidad e innovar». Además de chocolate ofrecen cacao en polvo, en manteca, en mermelada, bombones y su elaboración distintiva: vino de cacao. Comercializan en su provincia y en Santo Domingo, en pequeños comercios de alimentos sanos.
Uno de los lugares donde se puede adquirir es en Heritage, una empresa familiar de chocolatería, confitería y galletería que resalta no utilizar saborizantes, Organismos Genéticamente Modificados (OGM), ni lecitina.
Familias campesinas de Brasil
El noreste de Brasil, en el estado de Bahía, es una zona tradicional de cacao. Allí vive Jeanderson Souza, coordinador político del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST). En un estilo distinto a las productoras de Dominicana, el MST es el movimiento campesino más grande de Sudamérica. Solo en la región del Baixo Sul (una de las zonas del estado de Bahía) cuentan con dos millones de plantas de cacao en unas 2,000 hectáreas, donde trabajan unas 700 familias productoras. El sistema empleado es de «cabruca» (agroforestería), donde se conserva el bosque tradicional (conocido como mata atlántica).
«Las ventajas de producir con manejo agroecológico se centran en la preservación del medio ambiente, en armonía con la naturaleza, y reduciendo el contacto de las familias con los agrotóxicos. Además de conseguir vender parte de la producción a un mejor precio, casi 30% más que las producción convencionales (con venenos)»; explica Souza.
En alianza con una escuela local que cuenta con equipamiento, comenzaron a producir su propio chocolate, y lo llaman «Tierra Justa». La organización interviene en toda la cadena de producción, desde el cultivo hasta el procesamiento y comercialización. Además de Bahía, el chocolate que proviene de cacao agroecológico y orgánico se vende en los estados de Río de Janeiro, San Pablo y Belo Horizonte.
Para Jeanderson Souza no hay dudas que, con la producción orgánica y agroecológica, todos se ven beneficiados: la naturaleza (no hay desmonte ni químicos), las familias productoras (no se envenenan, tienen condiciones dignas de trabajo e ingresos económicos consensuados) y los consumidores (precio justo y alimentos sanos).
Ecuador orgánico de norte a sur
El «Cacao Nawi» se cultiva en la finca familiar de Nadia Chaiko y William Calderón Heredia, en la provincia de Esmeraldas (en el noroeste del país). Son 2,5 hectáreas. Una hectárea está cubierta por diversidad de árboles y el resto (1,5 hectáreas) es de «sembríos de cacao». Se trata de una finca manejada bajo el concepto agro forestal, donde se combinan la agricultura y la forestación. En los linderos tienen árboles maderables (cedros, caobas y dormilones). También cuentan con frutales (naranja, limón, pomelo, mandarina, mango, guanabana, mameyes y níspero, entre otros).
«Nuestros árboles de cacao fueron sembrados hace veinte años, utilizamos plantas injertadas, y todo el tiempo hemos estado renovando el cultivo con nuevos injertos», explica Nadia Chaiko. Resalta que la chacra está manejada de forma orgánica y el control de hierbas y malezas se hace mediante corte y chapeado, sin utilizar químicos.
«El cacao se traslada a nuestra casa, donde hacemos el proceso de fermentación y secado. La fermentación se realiza en cajones de madera (laurel blanco) durante cinco o seis días. El secado al sol, en un tendal, durante unos diez días. Nuestro producto final cubre las características para catalogarlo como cacao premium», detalla. El cacao seco es entregado al cliente, por ejemplo, Indemini Báez, donde son productores de chocolate de especialidad en la ciudad de Quito.
Nadia Chaiko no duda de las ventajas de la producción sin venenos: «El manejo eficiente de una finca sin utilizar químicos conlleva a obtener un producto sano, sin rastros de pesticidas. Además consumir un cacao de esta calidad es rico en micronutrientes como polifenoles y potentes flavonoides antioxidantes.
Zamora Chinchipe es una de las veinticuatro provincias que conforman Ecuador, está ubicada al sur del país, zona amazónica principalmente. En el cantón de Palanda está la finca El Subo Agrícola-Ganadera, de veinte hectáreas, con café, plátano y cacao, José Gaona es su referente y afirma que su cacao es 100% orgánico. Usa abono natural para las plantas, productos biológicos para plagas y manejo manual (machete) para las plantas no deseadas. «Nada de fumigar con químicos. Nada de herbicidas tradicionales. Además, nos botan de la organización si usamos algo de eso», aclara.
Se refiere a la Asociación de Productores Orgánicos de Cantón Palanda, integrada por más de 200 fincas. Comercializan el cacao en Ecuador (Indemini Báez es uno de sus destinos), y también a Estados Unidos, Alemania y Francia. «Garantizamos un cacao sin químicos y a precio justo», afirma Gaona y, como muestra del compromiso y cuidado con que siembra, aclara que en esas mismas tierras están los huertos en los que produce alimentos para su familia. Sea cacao para exportación o cítricos para su mesa, el cuidado a la naturaleza y a la salud es central para las familias campesinas.
El cacao orgánico y justo es mejor para la alimentación porque protege al medio ambiente y a los productores: evita el uso de pesticidas y fertilizantes sintéticos que pueden contaminar el cacao y el medio ambiente, impulsa un modelo de cacao sostenible que beneficia a los productores y agricultores, contribuye a frenar la deforestación, conserva la biodiversidad, proporciona estabilidad económica para todos los participantes de la cadena de valor del cacao.