Cada 16 de octubre, desde 1981, se dedica una jornada alrededor de la alimentación como derecho humano, luego de que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) lo proclamara en 1980 para concienciar sobre el problema del hambre en el mundo, promover la seguridad alimentaria y la nutrición, y fomentar la acción global para erradicar el hambre.
En este año 2024, la jornada se enfoca en el derecho a los alimentos para una vida y un futuro mejores, considerando todos los aspectos que implican el acceso a los alimentos.
Este propósito traspasa desde los sistemas agrícolas hasta las políticas públicas que buscan garantizar costos justos, diversidad nutricional y, en consecuencia, el bienestar disminuyendo la prevalencia de hambre, malnutrición y de enfermedades no transmisibles (ENT) como cáncer, obesidad y padecimientos cardiovasculares.
¿Por qué es necesario?
En la actualidad, los agricultores del mundo producen alimentos suficientes para alimentar a más personas de la población mundial existente, sin embargo el hambre persiste.
Hasta 733 millones de personas se enfrentan al hambre debido a los conflictos, las repetidas crisis climáticas y las recesiones económicas. Esto repercute de manera más grave en las poblaciones empobrecidas y vulnerables.
«La alimentación es la tercera necesidad humana más básica después del aire y el agua: todas las personas deberían tener derecho a una alimentación adecuada», FAO 2024.
Además, alrededor de 2 mil 800 millones de personas en el mundo no pueden permitirse una dieta saludable y, al mismo tiempo, se estima que una quinta parte de los alimentos producidos en el mundo se desperdicia cada año.
También la producción actual de carnes rojas y productos ultraprocesados representan un riesgo para la salud humana y ambiental y, a su vez, los cambios climáticos afectan la producción de frutas, verduras y otros alimentos clave para una alimentación saludable que evitaría una de cada cinco muertes prematuras a nivel mundial.
Pero la industria de ultraprocesados y bebidas azucaradas continúa invirtiendo millones de dólares en publicidad de productos malsanos y dañinos para la salud.
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