«La evidencia sugiere que la exposición constante a estos mensajes publicitarios influye en las preferencias alimentarias y el consumo de las infancias, contribuyendo a problemas de salud a largo plazo.»
Florencia Leiva es abogada de derechos humanos (UBA) recientemente graduada con honores de la Universidad de Georgetown con un LL.M. en Derecho de la Salud Nacional y Global. Actualmente trabaja como consultora para CLAS, abogando por la salud pública y los derechos humanos en América Latina y el Caribe.
Los Juegos Olímpicos, el evento deportivo más importante del mundo, no solo celebran el rendimiento atlético y el encuentro de las naciones, sino que también suele transformarse en una plataforma masiva para la publicidad de todo tipo de productos y servicios. Este año, en Paris 2024, hemos comenzado a ver algunos cambios que hace años la sociedad civil, que promueve entornos saludables, venía reclamando: adiós a las publicidades y patrocinios de grandes corporaciones alimenticias y alcoholeras en los predios de competencias.
Es importante analizar cómo la industria de los alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas utiliza estos eventos para promover productos que están en contradicción con los valores de salud y bienestar que los Juegos Olímpicos representan. Un ejemplo es el caso de McDonald’s, al que se le ha denegado formar parte del menú de los atletas y sus equipos. Paris ha optado por ofrecer opciones alimenticias de producción local, más opciones de origen vegetal, con un enfoque claramente más saludable y sostenible, que el ofrecido por las cadenas de comida rápidas.
Aunque este ha sido un gran paso para promover hábitos saludables, aún hay alianzas que persisten. Este año la sociedad civil que lucha por proteger el derecho a la salud ha manifestado su preocupación en relación con el acuerdo de sponsor de Coca-Cola y el Comité Olímpicos. Coca-Cola ha sido patrocinador oficial desde los Juegos de Ámsterdam en 1928 y, en 2019, extendió su acuerdo con el Comité Olímpico Internacional hasta 2032. Coca-Cola, a pesar de ser conocida por sus bebidas azucaradas que contribuyen a problemas de salud como la obesidad y la diabetes, sigue teniendo una presencia prominente en estos eventos. Aunque ya no vemos su logo en los estadios durante las competencias, esta marca sigue presente con sus máquinas expendedoras en las villas olímpicas, como también a través de obsequios a los atletas con sus logos y colores, y a través de posteos en redes sociales en las cuentas oficiales de los juegos.
La evidencia sugiere que la exposición constante a estos mensajes publicitarios influye en las preferencias alimentarias y el consumo de las infancias, contribuyendo a problemas de salud a largo plazo. Por eso, organizaciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud y UNICEF abogan por la regulación de estas estrategias de marketing.
En conclusión, es fundamental que eventos como los Juegos Olímpicos reconsideren sus asociaciones comerciales y promuevan patrocinadores cuyos productos estén verdaderamente alineados con los valores de la salud y el bienestar de las personas. Especialmente, es importante proteger a los más jóvenes de los efectos nocivos de los alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas a través del efectivo control de los entornos a los que se encuentran sometidos diariamente por estas corporaciones.