Normalizar consumo de bebidas deportivas aumenta riesgo de obesidad y enfermedades no transmisibles

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El consumo excesivo de bebidas deportivas, incluidas dentro de las bebidas azucaradas, promueven la ganancia de peso corporal.

Si vas a la bodega o al supermercado, suelen estar visibles. Las reconoces de aquel anuncio en las redes sociales o en la televisión, en la que un deportista famoso la toma y dice sobre ella que es el mejor hidratante, la mejor manera de reponerse de un ejercicio. Es probable que no seas un deportista de alto nivel, o ni siquiera tienes actividad física constante, pero hace calor, está fría, tiene buen sabor y tu deportista favorito la toma.


Las bebidas deportivas o isotónicas, clasificadas dentro de las bebidas azucaradas debido a su contenido de glucosa y sodio, se han popularizado con facilidad, a través de décadas de publicidad y promoción, normalizando su consumo a todo público, esto a pesar de que están dirigidas a la hidratación rápida de deportistas de alto rendimiento o personas que hacen una actividad fuerte y constante.


¿Y qué puede pasar si consumo esta bebida sin requerirla? ¿Por qué no se recomienda para niños, niñas y adolescentes?

Riesgo de obesidad y enfermedades no transmisibles

“Al ser bebidas con cantidades relativamente elevadas de azúcares y sodio, estamos sujetos a los riesgos del consumo de estos ingredientes. Consumirlas frecuentemente cuando no se necesitan podría ocasionar alteraciones electrolíticas y contribuir al desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles como obesidad, diabetes, hipertensión y algunas enfermedades cardiacas”, advierte la nutricionista Kathia Quevedo Torres, investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública de México.


La experta, que trabaja en el campo de la nutrición para deportistas, indica también que este tipo de bebidas no se recomiendan en niños, niñas y adolescentes por su elevado contenido de azúcares y sales. “Algunas de ellas pueden contener edulcorantes que podrían provocar disturbios en la microbiota intestinal”.

El consumo de estas bebidas en niños, niñas y adolescentes es un factor de obesidad, estudiado con otras bebidas azucaradas.


En un estudio reseñado en el artículo “Identificación de bebidas azucaradas que los padres agregan a los refrigerios de sus hijos y su relación con el riesgo cardiometabólico en escolares”, publicado en la revista Ciencia UAT de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, se apunta que los niños con un alto consumo de bebidas azucaradas tenían mayor peso, índice de masa muscular, circunferencia de cintura, presión arterial sistólica y diastólica y triglicéridos elevados.

Ni siquiera en los casos de deshidratación clínica (por diarrea, vómitos o clima) se recomienda que estas bebidas sean ingeridas. En estos casos, explica la doctora Quevedo Torres, se recomienda utilizar sueros orales. “Estos cuentan con los minerales necesarios para ayudar a rehidratar a las personas”, afirma.

Para la mayoría, mejor agua


La nutricionista Kathia Quevedo Torres aclara que para la actividad física esporádica, el agua tiende a ser suficiente y que las bebidas deportivas se utilizan, principalmente, en actividades de larga duración, (por ejemplo, más de una hora y media de actividad efectiva) o en condiciones de clima extremo.


“Esto es porque en estas actividades las pérdidas son muy rápidas y el cuerpo necesita reponer energía, fluidos y electrolitos rápidamente”, señala.


Apunta que para la mayoría de los casos de actividad física, como por ejemplo ir al gimnasio o salir a trotar unos 30 o 40 minutos, “no las necesitamos”.

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